Que conste en actas
Ni T. Rivera Alejandro ni la señorita que a veces ocupa el sitio de Dinora quisieron vivir de mi fama. Comuníquese, anótese y publíquese: las puertas estuvieron abiertas, pero ellos rehusaron entrar.
Ciudad de México, 1981. Entre las cosas que he hecho en este mundo no se encuentra el pertenecer a la revista Oráculo, a pesar de los clamores que todos los días llegan desde el arrabal...