lunes, mayo 21, 2007

Habitaciones

La ciudad cambia, acaso porque es un tejido de abandonos. La vi en la calle, nos sonreimos y comenzamos a platicar. No fue la imantación de los cuerpos lo que me acercó a ella. Hablé porque sabía que eran mis últimas palabras y las calles que iba dejando se borraban, se desprendían de mí. Me concentraba en sus ojos para no ver que se habían ido las jacarandas —ahí donde yo mismo me abandoné, donde vi los edificios y los vientres partidos, donde aprendí a hablar y después luché por el silencio. Ella movía los labios con un ritmo inquietante. Pero a mí me resultó imposible escucharla. Lo que me atravesaba era una ciudad que, en ese instante, moría. Y al hacerlo me dejaba suspendido. "Abandonas el sur, abandonas el verdor, abandonas nuestra decadencia, abandonas tu propia vida." ¿Viste esos cuerpos, Jorge? Caminaban. Se movían. Pedían ser lo que ya eran. Sus ojos te miraban con certeza, porque ya habían dejado de verte. Eras el que se iba. En esas calles. Y te dijiste, como broma, que nunca hubieras creído que fueran tantos los que la muerte arrebatara. Podías jugar sólo porque hay una cicatriz en ti. Le llamabas periferia. Le llamé, sí. Antes de que la ciudad no fuera más que un suplemento ambiguo de 11 rue Larrey. Abierto, cerrado, adentro. No. Más. Nunca. Y ella movió su cabello, que desprendió su aroma porque todo sigue siendo un desprendimento. Después su mano anotó un teléfono y se fue. Los autos se iban. La gente se marchaba. Nada. Más. Nunca más. Sólo la voz incesante que de todo se esquirla. Y el amparo de una frase, hueca, ajena, inexacta, impotente. Una frase, siempre una frase:

Deseoso es aquel que huye de su madre.

viernes, mayo 04, 2007

Estilito, estilito, ¿quién es el más confuso del mundo?

Hacia 1822, en un borrador para el prólogo de su libro De l´amour, Stendhal afirmó que él estimaba la llaneza "sobre todas las cosas". De acuerdo con su contexto, la frase resulta reveladora, ya que presenta un libro que se reivindica a sí mismo como algo distinto a una obra –un libro que no aspira a ser una narración. ("El presente librito, aunque trata del amor, no es una novela, y sobre todo, no es entretenido como una novela.") Por el contrario, el volumen de Stendhal apuesta por constituirse como una reflexión llana sobre las pasiones amorosas.

En esta toma de postura que realiza Stendhal, existe un elemento que es necesario considerar. La aspiración de renunciar a la obra y, en cambio, "describir llanamente la pasión amorosa" pareciera ejercer una proposición secreta, a saber: que la exactitud de cada una de las descripciones del libro exige la renuncia al estilo (a esa embriaguez por la variación de cada frase). Como si esta experiencia de escritura se basara en un lenguaje desnudo capaz de iluminar todo lo que da sustancia a la obra, pero a condición de disolverse él mismo y perder toda inmediatez.

Si lo anterior es cierto, entonces el estilo no representa una serie de hábitos verbales, sino un modo en que el texto se vincula consigo mismo a partir de todo aquello que niega, lo que deja fuera. El texto implicaría un modo de conquistar una forma con el objetivo de borrarse. Es decir, emprender la aventura del estilo, pero no mediante la afirmación de sus elementos y sus riquezas, sino justo desde el polo contrario: definirse como ausencia, dibujar su contorno por lo que excluye más que por lo que asume, en suma, entrar al bello juego de aceptar su vacío final, ese espacio inhabitable que lo hace posible y a través del cuál se reconoce "el lenguaje del escritor".

P.D. de carácter confesional: I'd be a rock 'n' rolling bitch for you es, en efecto, una declaración "sincera". Lo extraño es que a pesar de esa sinceridad no es tan soporífera... ¿Quién resuelve este enigma?

P.D. de la necedad: Pista para resolver el crucigrama: 9 vertical: dativo, acusativo, femenino y sin declinación. Su primera letra es la misma de la pregunta que ahora me hago y no puedo escribir. ¿Puedes pronunciar esta palabra?