jueves, julio 19, 2007

Testimonios

Hace algunas semanas, recuperé viejos cuadernos que creía extraviados. En ellos encuentro datos curiosos: fórmulas matemáticas, citas de libros, borradores de textos ilegibles, frases que demuestran que alguna vez tuve confianza en mí, rayas inexplicables, recordatorios indescifrables, traducciones, cartas, números telefónicos de personas que se cruzaron alguna vez en mi vida —o yo en la de ellas, porque después de todo, ¿quién me asegura si Montaigne juega con su gata o es su gata quien juega con Montaigne?—, etcétera. Entre estos papeles, hallé la siguiente nota. Nadie pregunte, por favor, qué me llevó a redactarla. No podría decirlo. Pero si usted está interesado en el tema, invente alguna anécdota barata que le permita engañar a su psicoanalista (cuestión no demasiado difícil, pese a que ese sujetito lo intimide con sus lecturas prefabricadas y temerosas), para orillarlo a que en su sesión hable de "cómo es que la memoria registra ciertos estímulos mientras que discrimina otros". (Pero, por favor, no crea esa tontería de los "recuerdos encubridores" y no deje que a su terapeuta se le caiga de la boca la palabra represión. Ya que pagará la consulta, trate de divertirse en ella.) En fin, copio el párrafo tal y como aparece en mi cuaderno de 1998:

En el libro Comentario de Ramón Xirau (editado por la universidad veracruzana) encontré esta dedicatoria, estampada en tinta azul por el propio autor: "Para Justino Fernández, la amistad de Ramón X.", y fechada de la manera siguiente: "6-V-61". El libro sólo fue pedido a préstamo domiciliario en cuatro ocasiones: 20 de enero de 1978, 22 de julio de 1980, 23 de julio de 1984 y 24 de abril de 1986. Los nombres de quienes lo solicitaron son: Margarita Peña, Félix Flores, Cuaúhtemoc Mendoza y Eduardo Cerecedo.

9 Comments:

Blogger nohaypoema said...

registrar, registrar, registrar..., ¿y todo para qué...? todo registro, todo testimonio es residuo de una pira encendida o busca convertirse, sospechosamente, en busto de mármol, ornamento impúdico en una plaza de provincia ; registrar, registrar, registrar...

11:26 a.m.  
Blogger Jorge Solís Arenazas said...

¿y todo para qué, si al final yo perdí? Registrar. Registrar para aprender que los estímulos se escapan. Tenemos testigos y testimonios. Pero lo testimoniado no existe. Y esta pequeña trampa es lo que permite creer que existe algo como la "memoria", ese tropo inasible.

11:29 a.m.  
Blogger nohaypoema said...

¿al registrar se garantiza que los estímulos escapan? nada escapa, el tumor está ahí hinchándonos de vanidad y arrepentimiento, ver primer verso de pepito gorostiza.

12:22 p.m.  
Blogger Jorge Solís Arenazas said...

Aclaraciones a quien comenta:

1.-Es de todos sabido que Pepito Gorostiza daba consultas de psicoanálisis desde las oficinas de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En un país como México, donde estamos convencidos de que el exterior no existe, ¿qué otra cosa se podría hacer en esa institución?

2.-El tumor es un registro. Nada se garantiza. Los estímulos se borran. No "se registra", pero "hay registro". Para muestra, cfr. el primer verso de Pepito Goroztiza.

12:33 p.m.  
Blogger nohaypoema said...

No sé si la memoria sea un tropo inasible; supongo que algo habrá de eso. En todo caso su presencia es tan desmesurada que constantemente rehuimos su presencia; que a veces preferimos, inútilmente, el registro puntual para no percatarnos de nuestra orfandad.

12:01 p.m.  
Blogger Jorge Solís Arenazas said...

Sí, tienen razón todos: no sé redactar, algo que se hubiera solucionado si hace años hubiera luchado contra mi arrogancia y me hubiera acercado a la Sogem para que me enseñaran a redactar bien (ahora, por ejemplo, no tendría el problema de decir "hubiera" tantas veces).

Esto quiere decir que me equivoqué. No significaba tanto que la memoria fuera un tropo inasible, sino que únicamente resulta asequible en tanto que tropo. Es, en consecuencia, un constructo que... (Aquí debería explicar mi planteamiento, pero al llegar a este punto me percato de que, por un lado, no entiendo mi propia idea; por el otro, ya no recuerdo bién cómo caímos hasta aquí ni de qué estábamos hablando. ¿Así me paga la memoria después de que me esmero en hablar de ella?).

Quizá debiera terminar este comentario con una frase de Mirko Lauer (que, desde luego, cito de memoria): La realidad entera está en llamas y tú no puedes mejorarla como frase.

¿Unos martínez alguna noche de esta semana afinarían mis cualidades mnemotécnicas?

2:16 p.m.  
Blogger nohaypoema said...

¡Martínez, Martínez...! Ea, síii.

El encabezamiento está justificado por la naturaleza constantemente lírica de la música (incluso en la breve y vacilante sección central en Do bemol, marcada beklmmtt [angustiado, oprimido]) que además ser susceptible a hacer feliz a los demás, está confiada casi en todo momento al primer violín; pero la música sondea honduras infinitamente más profundas que cualquier aria operística homónima. En nuestro caso, Eduardo siempre me anda chuleando, me dice lo bien que me veo y eso es padrísimo en un matrimonio. Parece ser que Beethoven afirmó que antes de conocer a Bibi Gaytán nunca había escrito una melodía que lo afectara tan profundamente. Eduardito juega fútbol y no nos perdemos un partido, y a las niñas les fascina el patinaje artístico y aquella versión del "motto" que incorpora un salto ascendente de sexta.

12:52 p.m.  
Blogger Jorge Jaramillo Villarruel said...

Al Psicoanalista le importa un cacahuate si lo engañas o no, el no analisa el discurso manifiesto (la mentira), sino el discurso latente (el sentido). En el PSIA uno se da perfecta cuenta de que el sujeto miente, pero lo importante es lo que espera lograr de sus mentiras, y eso mismo es el material de análisis.

1:36 a.m.  
Blogger magamorelli said...

eps

6:11 p.m.  

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