domingo, febrero 12, 2006

Sombras del respetable

Sé que, en algún momento, Shostakovich llegó a imaginar que sus sinfonías tendrían que escucharse bajo el estruendo de un bombardeo sobre la ciudad pero, hasta donde puedo hurgar, Janáček nunca pensó que su suite para cuerdas debía estar interrumpida constantemente por el insoportable sonido del teléfono celular que acompaña a la mayoría de asistentes a un concierto... Y a riesgo de ser guiado únicamente por el demonio de la intolerancia, debo decir lo siguiente: sencillamente, en ocasiones "el público" es el nombre de la coraza de una horda de cretinos.