Conversaciones diferidas
Mi objetivo es sencillo. Regresar a la noche de ayer y enterarme de algunas cosas muy sencillas que enumero a continuación:
1.-El sitio exacto del diálogo y los entrecruzamientos, ¿es conocido como El Nivel, donde la gente cumple la centenaria tradición de vaciarse cervezas en el pantalón antes de acudir a soporíferas presentaciones de libros?
2.-En la mesa donde, sin lugar a discusión, reposa un bourbon en las rocas, ¿le acompañan una cerveza clara y un vaso de agua mineral?
3.-Cuando quien toma la cerveza ríe estrepitosamente, ¿los otros piensan, sin confesarlo, que ellos aún no pueden reír de esa manera o –caso más probable– que ya no pueden reír con ese ímpetu?
4.-Al escuchar que si un autor pretende transmitir un mensaje termina por generar una tensión con el lector y de esa forma sólo comunica la superficie, ¿quién bebe la cerveza dice: “no sé, no sé”, con una negación cómplice que pone de buen humor a todo mundo, mientras eleva su tono de voz y tuerce muy ligeramente la boca sin darse cuenta?
5.-Al escuchar ese mismo planteamiento, ¿quién bebe agua mineral menciona que, a su juicio, lo único que un autor puede transmitir –más allá del tedio, que acaso no se transmita, sino se provoque- es treponema pallidum, streptococcus pyogenes, mycobacterium leprae…?
6.-Enfebrecido por sus propias incoherencias, ¿quién bebe agua mineral insiste en que, de cualquier forma, el autor se ve anulado debido a que toda escritura es superficie, nada más que superficie?
7.-Al compartir desvaríos, ¿todos asumen que el coloquio no es tanto entre ellos como entre sus respectivas necedades, donde por fortuna no hablan su “oficio”, su “talento” o su “conocimiento” sino sus confusiones?
8.-¿Etcétera?
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Como mi dinámica consiste en forzar las cosas, es seguro que hoy no pueda invadir sueños ajenos. Luego entonces, no podré averiguar las respuestas a las interrogantes planteadas. No importa en absoluto… Me basta con asumir que la experiencia del encuentro y la posibilidad de compartir no se reducen a una sola dimensión común. Me basta con experimentar este placer por un diálogo irreal. Me basta con buscar un final efectista a estas líneas, el cual pudiera ser una paráfrasis de cierta cancioncilla kitsch que escuché hace poco, en una madrugada de Ciudad Juárez: a tantos sueños diferidos no, yo no renunciaré…
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Encore dedicado a todos los consumidores de rivotril:
Y no me importan los momentos…
Etcétera.